mayo 15, 2008

Memoria

"¿Acaso mi palabra no es como el fuego?" aclamaron en aquella pared, un graffiti violento como amenaza. Una pared blanca con éste mensaje en rojo sangriento logra asustar un poco o mínimamente perturbar un rato. Era un ambiente extraño, al principio creí que me agradaba pero noté mi tendencia positiva hacia lo diferente. Antes de llegar al patio del graffiti, el patio de la angustia, había atravesado un largo pasillo con puertas a los costados, todas permanecían cerradas, lo atravesé como se me había indicado a través del portero eléctrico previamente a que se me permita ingresar al edificio. Por lo pronto, cuando llegué al patio estaba vacío y después de unos interminables minutos apareció un personaje de proporciones bíblicas por no decir gigantes, con una suerte cómica en la voz que parecía a la de una nena en un animé japonés. Se presentó como "El Asistente" y me dió una tarjeta comercial que decía centradamente "El día que fallezca El Justo es el día en que su alma vuelve a conectarse con su origen en el mundo de los celestiales" y en su margen inferior derecho aparecía "El Asistente" como cual firma en un contrato. Mi mente se alertaba con estos indicios de película de suspenso, el miedo no era menor en aquél entonces, pero estaba hipnotizado por la intriga. Abrió una puerta que dirigía hacia otro pasillo largo de indecifrables contenidos tras las puertas, caminamos un rato largo en el que no sostuvimos un diálogo, simplemente lo escuché decir "tenemos un esclavo que pinta, un poeta muerto, un músico con una guitarra sin cuerdas y ahora queremos un poco de vos", como si mi persona no tuviese valor alguno o de valor inferior al de un objeto, como un simple escritor. Aparentemente no me llegaba sangre al cerebro, puesto que me mantuve a su par sin cuestionar nada. Me permití entrar en ese mundo sombrío. Repentinamente desperté.

2 comentarios:

sol ..* dijo...

ojalá fueran más frecuentes los sueños de este estilo.

Alec Chattah dijo...

Digamos que fue cuasi una pesadilla... pero está bueno que haya podido recordarlo.